El establishment de los Estados integrantes de la UE –tanto los de la zona central Alemania, Inglaterra, Francia, como los de la periferia: Portugal, España, Grecia, Irlanda entre otros- vienen imponiendo políticas cada vez más restrictivas al tan mentado “estado de bienestar” del que gozaban los ciudadanos de la unión. Es interesante observar que una vez polarizado el espectro político, tanto la llamada derecha como la izquierda estando en ejercicio del poder imponen normas en detrimento de la clase social más desprotegida, dejando plenamente demostrado aquello de que el Estado defiende los intereses de la clase dominante y es aquí donde se hace más evidente la contradicción de la actual democracia occidental en Estados administrados por –supuestas- ideologías socialistas pero que aplican políticas restrictivas hacia las clases populares. No esta de más decir que cuando la derecha esta en el llano apela a un discurso popular y nacional exagerado, al punto tal que causa gracia oírlos hablar de su preocupación por el alto índice de desempleo, algo fundamental para el mantenimiento de bajos salarios, uno de los pilares del desarrollo capitalista –cuanto más miseria más barato venden los trabajadores su fuerza de trabajo-.
Ahora bien, las medidas que vienen tomando los distintos gobiernos ligados a la UE, no son otras que las exigidas por las corporaciones que mediante gestores como el FMI o el Banco Mundial sostienen que el único camino posible para salir de la crisis es la reducción del déficit fiscal y para lograrlo hay que reducir el gasto público o lo que es lo mismo: mayor precariedad social.