Sos como la primera novia, el tiempo ha pasado y mejor quedarme con el recuerdo de lo que eras cuando te conocí. Amenazaron con cerrarte, se fueron Trillo, Mignone y Manolo y ahora tenés otros dueños. Ya no esta Hugo, tampoco el Largui. Y vos, Morocha, tampoco vendrás como cada noche cruzando la calle Defensa, con tu sonrisa angelical y ese aire desafiante, para sentarte a mi lado, tomar un café y oír mi enésima declaración de amor.
Como todas las noches, cada noche de nuestras vidas, nos encontrábamos en aquel viejo y querido Bar que me han dicho que aún está, pero que yo sé que aunque lleve el mismo nombre no ha de ser aquel mágico lugar en el que fui feliz.