miércoles, 2 de marzo de 2011

DE GLAMOUR Y MENTIRAS

by Otto Plögerweden

Leo en un periódico la siguiente información:
Zu Guttenberg, de 39 años, miembro de una familia aristocrática de la Alta Franconia, casado con una tataranieta de Otto von Bismarck, padre de dos hijas, ocupó antes el cargo de ministro de Finanzas en la coalición formalizada en 2005 entre la CDU y el SPD, y fue incluido sucesivamente por Angela Merkel en su gabinete de centro derecha. Él y su mujer poseen el glamour del que carece la clase política alemana y tienen una intensa vida social que aparece en las revistas.
Uno de los factores que siempre jugó a favor de Zu Guttenberg en su ascendente carrera política fue que no necesitaba su puesto para defender intereses personales. Podría dedicarse a administrar las propiedades de su familia, tal y como hace su hermano. Sin embargo, siempre ha vendido la imagen de político comprometido, y sobre todo honesto, "el cuento de hadas del chico bueno", tal y como recordaba con ironía, la revista Der Spiegel en su portada.


La información era más extensa pero no es necesario copiarla es su totalidad pues el caso del señor Zu Guttember -creo- pertenece al pasado, un mal recuerdo para la administración Merkel que se vio atacada en varios frentes cuando se descubrió que el ministro de defensa había hecho trampas al presentar su trabajo para la obtención de un título universitario. Mi interés en la información es por querer aclarar algo que creo es importante. Este señor había ocupado el cargo de ministro de Finanzas y ahora ocupaba el cargo de ministro de Defensa en la misma administración. Ahora bien, es interesante ver que en el segundo párrafo se afirma que el señor Zu Guttemberg no necesitaba de su puesto para defender intereses personales; y esto es falso puesto que una de las premisas para defender los intereses personales -léase intereses económicos y de clase- es tener poder político y es por esa razón -y no por otra-que el señor Zu Guttemberg estaba donde estaba y que de no haber mediado tan desafortunado suceso permanecería en el cargo y apareciendo en las revistas gracias a su glamour porque los mentirosos también pueden ser glamorosos.