by Otto Plögerweden
Escándalo, es la mejor palabra para definir la actual política económica que se aplica en la periferia europea, o en los países pobres de la unión, da lo mismo. Escándalo el de la clase política, que un día dice una cosa y al otro reniega de lo dicho el anterior. Escándalo lo del FMI que pide ajustes y una vez hechos anuncia que la economía no crecerá por culpa de los ajustes. Escándalo el de los privatizadores, que han atacado hasta el cansancio al Estado y han defendido hasta el hartazgo a la empresa previda, única capaz de llevar adelante una gestión eficiente -según ellos-, pero resulta que ahora, los eficientes gestores han llevado a empresas, bancos y todo lo que gestionaban a la quiebra y piden a gritos que el Estado, aquel apestoso del que nadie quería oír hablar, ponga el dinero de los contribuyentes para sacarlos de la ruina. Escándalo, el de la clase política, en el gobierno o en la oposición -da igual- que cada cuatro años piden al ciudadano el voto y luego le dan la espalda para hacer lo que les ordena el poder. Escándalo, porque los corruptos gozan de libertad y a las cárceles van quienes protestan ante tanto atropello.
