by María García
Da la sensación que CCOO y UGT, principales sindicatos españoles, tienen miedo a ejercer la tarea para la que fueron creados, es decir la defensa de los intereses de la clase trabajadora. Complacientes con el gobierno del PSOE y con las autoridades del PP que gobiernan comunidades y ayuntamientos en gran parte de la geografía española, permitieron y aceptaron las reformas que afectaron a miles de trabajadores y que anunciadas como las únicas y definitivas para solucionar los problemas que aquejan a la economía española, no han servido para dar solución a los problemas por los cuales se implementaron. Aquellas medidas restrictivas que supuestamente acabarían con el constante incremento de la taza de paro, no solo no han servido para frenar la sangría sino que por el contrario, el desempleo ha aumentado de manera constante y hoy supera los 5.000.000 de parados mientras la precariedad laboral se extiende por doquier. La pasividad de los sindicatos ha llevado a una nueva forma de expresar el descontento y dar comienzo a la lucha por los derechos de los trabajadores. Esta nueva manera de hacerse oír nace directamente de los centros de trabajo y son los trabajadores mediante asambleas quienes comienzan a decidir el rumbo de la lucha, ante la orfandad en la que se encuentran.