Los trabajadores españoles afrontan una nueva reforma laboral con tanto desconcierto como las anteriores.
by María García
De niños solíamos jugar al Antón Pirulero, éste consisitía en formar un circulo de manera que cada uno pudiera ver a los otros niños. Cada jugador optaba por un instrumento y su parte del juego consistía en hacer como que tocaba el instrumento elegido, mientras uno de ellos hacía de Antón Pirulero y su papel consistía en colocarse dentro del circulo y girar las manos mientras cantaba la pegadiza "...Antón, antón, antón pirulero cada cual, cada cual atiende su juego y el que no, el que no una prenda tendrá..."; pero sin dejar de cantar y de manera imprevista dejaba de mover las manos y se ponía a imitar a alguno de los participantes y entonces, ese participante debía hacer el movimiento de girar las manos como lo venía haciendo Antón; si el jugador no hacía el movimiento de Antón, era penalizado con una prenda como decía la canción: "...cada cual atiende su juego y el que no una prenda tendrá".
Recuerdo el juego de Antón pirulero cada vez que tratan de explicarme la vida gremial en los tiempos que corren en España, y digo esto porque no veo otra actitud que la del propio interes por sobre el interes general en la actitud de los sindicatos mayoritarios. En momentos en que la unidad es algo fundamental para enfrentar el atropello de los derechos fundamentales de los trabajadores, uno percibe la inacción de la clase dirigente y no puede hacer otra cosa que preguntarse ¿por qué?, siendo que lo mejor sería la unidad. En fin, que como el viejo juego de Antón, cada sindicato atiende su juego y así le va a la sufrida clase trabajadora.
