miércoles, 23 de noviembre de 2011

EUROPA

EUROPA AYER Y HOY

by Otto Plogüerweden



La hegemonía europea ejercida sobre el resto del mundo hacia la primera década del siglo XX se basó en tres elementos o pilares fundamentales. El primero de aquellos pilares fue la superioridad material y técnica que le permitió transformar las materias primas que extraía de sus colonias, en productos manufacturados. La producción era de tal magnitud que le permitía no solo abastecer al mercado interno sino también exportar a mercados lejanos. Europa -cuando decimos Europa nos referimos principalmente a Reino Unido, Alemania y Francia- se había convertido en la fábrica del mundo.
El segundo pilar consistía en la capacidad económico-financiera movida por una Banca cada vez más sólida.
El tercer y último de los pilares fue el amplio desarrollo intelectual que por aquel tiempo habían alcanzado el Reino Unido, Alemania y Francia y que las colocaba por encima del resto.
De todo esto, poco y nada queda por estos días. Cien años después, el mundo es otro y Europa es una sombra de lo que fue.
De la superioridad material y técnica no queda nada, pues los países en vías de desarrollo y hoy emergentes, han alcanzado niveles tecnológicos no solo capaces de igualar el desarrollo europeo, sino que en algunos casos hasta superarlo.
Con respecto a la solidez bancaria, puede decirse que desde hace una década ha entrado en una etapa de retroceso tal, que hoy es imposible confiar en la seguridad y la solvencia de los Bancos y que todos deberán recurrir, tarde o temprano, al Estado para que los salve de la bancarrota.
El último de aquellos pilares, el de la superioridad intelectual, tampoco ha logrado mantenerse en el tiempo, Europa a perdido aquella hegemonía que ostentaba ante el resto del mundo, pero salvo en la actual clase política, en la que es notorio el bajo nivel intelectual, persisten sectores en los que el desarrollo intelectual no se ha sucumbido ante la cultura del consumo y del pensamiento único. Es en estos sectores en los que habrá que centrar la atención pues son los únicos capaces de generar ideas nuevas que conlleven a la formación de una sociedad democrática basada en la pluralidad, la horizontalidad y el respeto mutuo. Una sociedad basada en una economía sostenible que les permita a las generaciones futuras contar con un planeta en el que vivir.
Ha sido en esta Europa donde nació este dañino modo de producción y no ha de ser una peregrina idea pensar que, en el momento que el centro de poder del capitalismo se aleja de estas tierras, nazca aquí una nueva forma de organización social, pero esta vez en beneficio de la humanidad.