sábado, 26 de febrero de 2011

DE VERDADES Y MENTIRAS EN EL CINE

Hace unos días, en un comentario que tuve que escribir sobre la película "Lebanon", decía: " El hombre tiene la capacidad de falsear la realidad en tiempo y espacio. El cine es una forma de arte, tiene una lenguaje subjetivo en donde el tiempo y el espacio son decisión humana y por tanto pasible de falsedad. Esta película se reitera en falsear un suceso histórico colocando a los victimarios como víctimas". Y concluía diciendo: "...puede ser un buen trabajo cinematográfico cargado de dramatismo y suspenso, capaz de mantener en vilo al espectador, salvo que éste conozca la realidad de los hechos que se narran".
Ahora bien, comento esto de la importancia de conocer los hechos, cuando se trata de películas cuyo tema es un suceso real o cuando tratan sobre determinadas personas, puesto que de nuestro conocimiento, de nuestro saber, dependerá si aprobamos o no lo que nos muestran en la pantalla. Si ignoramos los hechos podremos ser engañados.
De la importancia del saber para no ser engañados, es lo que nos comenta en una nota publicada en Rebelión, el señor Mikel Arizaleta y que me parece importante compartir.


Mikel Arizaleta
Rebelión

El gran Eduardo Galeano nos recordaba que Simón Rodríguez, aquel que escribiera El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de Armas, tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:
“Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra”.
Los gobiernos europeos, todos tan iguales, tan sumisos y plegados a sus amos, han cogido carrerilla en el saqueo: roban a los pobres para dárselos a los ricos. Su querer determina la libertad de las gentes y su venganza la cuantía del delito. Hoy la quema de una papelera en Bilbao puede conllevar más años de cárcel y penar que la impuesta por el tribunal de Nuremberg a grandes criminales nazis. “Angeklagter Karl Dönitz! Gemäss den Punkten der Anklageschrift, unter welchen Sie für schuldig befunden wurden, veurteilt Sie der Internationale Militärgerichtshof zu zehn Jahren Gefängnis”, el Tribunal Militar Internacional condena a Karl Dönitz a 10 años. La Audiencia Nacional de hoy, el TOP de ayer, condena a 14 años al joven Oier Urrutia por “tener en casa 4 cohetes de fiestas de carnaval”
El movimiento antirrepresivo ha llamado la atención sobre las “condenas de venganza” que pesan sobre varios jóvenes gasteiztarras y ha hecho un repaso por los juicios celebrados en el tribunal especial en los últimos meses. La desmesura la han convertido en criterio.
El intento de la cineasta Isabel Coixet, de la mano del buen escritor Manuel Rivas, de vendernos a Baltasar Garzón como juez creador de dignidad y no propagador de indignidad y estulticia puede ser timo de la estampita en tierras ajenas o propaganda patriotera en la Berlinale, pero aquí, en nuestro pueblo, donde sus detenciones nocturnas son escupitajo al derecho, asalto en la madrugada, detenciones en calzoncillos, robo y destrozo de ajuar casero y morada, incomunicación, bolsa y tortura y, a veces, violación…, aquí el juez Baltasar Garzón no pasa de ser un colaborador del terror.
Estamos acostumbrados a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. En la vida hemos visto, Srª Coixet, muchas películas… y también aprendido que al que no sabe cualquiera le engaña. Y Garzón, por desgracia, entre nosotros un juez padecido.