by Otto Plögerweden
El nacimiento de una criatura es algo que indudablemente nos ha de llenar de alegría y felicidad, más aun, si los progenitores son trabajadores, personas que sacrifican sus vidas en sus respectivas ocupaciones, día tras día, para obtener el dinero necesario para satisfacer las costosas necesidades para la crianza del nuevo integrante de la familia. Algo, esto último, de lo que todos nosotros sabemos, tengamos o no tengamos hijos que atender.
Creo, así mismo, que este momento puede ser una buena ocasión para la reflexión, para pensar en esta nueva etapa de la vida familiar que se abre con la llegada del nuevo integrante. Aprovecharemos pues los días de que por ley disponemos, me refiero a los días que por maternidad le corresponden a la madre y por paternidad al padre del Bebe, algo impensable hace muy pocos años. Como impensable era trabajar 8 horas al día (o menos), gozar de días de libre disposición durante el año, permiso retribuido por vacaciones durante 30 días o las 15 pagas al año...esas dos pagas extra que nos permitirán alcanzar, por qué no, algún sueño material.
Decía esto del buen momento para la reflexión, dado que hay trabajadores que por ignorancia -o por mala fe- disfrutan de estos beneficios, sin reconocer que, se deben al trabajo sacrificado, paciente y organizado del sindicalismo o de la representación de los trabajadores, que es lo mismo. Mujeres y hombres que día a día trabajan en defensa del trabajador.
Me consta que muchos trabajadores no se sienten representados por los sindicatos y acusan a los delegados sindicalistas de holgazanes y otras barbaridades. No tengo pruebas de ello, no puedo decir si son holgazanes, si delinquen, si traicionan al trabajador. Pero de lo que sí tengo pruebas a raudales es del esfuerzo, del sacrificio y de la vida entregada de muchisimos compañeros para que hoy, los trabajadores puedan gozar de los beneficios por los que en tiempos no tal lejanos hubo que luchar.