ESPAÑA
El pasado miércoles 14 de noviembre se realizó una huelga
general en España y otros países de la órbita europea. Desde hace tiempo todo parece ir mal en la
sociedad del euro, aunque con matices según el país del que se trate. España, viene acatando y cumpliendo todas y
cada una de las ordenes que imparte el FMI vía Bruselas desde que el gobierno socialista que encabezaba
el señor Rodríguez Zapatero hubo de reconocer que, en cuestiones económicas, España
ya no “jugaba en la champions league”. Paradoja
del destino, la caída en el abismo de la incertidumbre económica española es
inversamente proporcional a su ascenso futbolístico, esto es así, teniendo en
cuenta que logro la eurocopa en 2008, su primer copa mundial en 2010 y revalido
la eurocopa en 2012 ( en 1964 había ganado la Copa de Naciones de Europa al
derrotar por 2 a 1 a la Unión Soviética), de manera que cuatro años de declive
económico in-interrumpido, se dieron en medio de la euforia futbolística. Tal vez por eso, por tanto triunfo futbolero,
los españoles no se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Ya sea por ese maravilloso juego que
inventaron los ingleses o por lo que sea, los españoles pierden día tras día
derechos sociales que habían logrado obtener tras años de sacrificios.
A simple vista, la huelga general dejó lo de siempre, como
en cualquier país, el gobierno dice que tuvo poco seguimiento y los convocantes
aseguran que fue un éxito. Pero si nos
detenemos un poco y observamos desapasionadamente qué ocurrió el 14 N, veremos
por un lado la presencia de los sindicatos -llamados- mayoritarios cerrando la
jornada con un acto multitudinario y por otro lado la presencia de miles de
manifestantes que se desentienden de aquellos sindicatos y reclaman sus
derechos desde plataformas diversas y con posturas claras, movilizándose
durante toda la jornada. Es alarmante el
abismo existente entre el sindicalismo anquilosado y los miles de trabajadores
españoles que creen haber sido estafados por quienes dicen defenderlos, un
ejemplo basta: al atardecer de día miércoles,
una columna de trabajadores de la sanidad, se desplazaba por la Castellana y al
llegar a Colón, lugar en el que se cerraría la jornada con un acto en el que hablarían
los lideres de las centrales sindicales, la columna continuo la marcha hacia su destino final que era la
plaza de Neptuno. Estos trabajadores no
quisieron estar en ese acto porque no se sentían representados y ese es un
grave problema al que se deberá hallar una pronta solución. Mientras tanto, eso ayuda al gobierno a
continuar aplicando las órdenes que recibe de Bruselas para contener el déficit
o socializar las deudas, que al fin y al cabo es de lo que se trata.