by María García
Desde hace unos días el bipartidismo español decidió dar el tiro de gracia a la ya agonizante democracia. Atados al euro, moneda fuerte que hace difícil la competencia en los mercados externos, los Estados de la periferia europea han recibido la orden, de Angela Merkel, de adecuar sus constituciones a los intereses de la UE, que no son otros que los intereses de Alemania. Controlar el déficit y pagar rigurosamente las deudas contraídas, son las ordenes a cumplir sin rechistar y es tan así que, en el caso de España, el PSOE y el PP se han comprometido en reformar la Constitución española de manera inmediata; el PSOE gobernando y el PP en la oposición, han acordado de inmediato encarar la reforma. Sin política monetaria, desde el ingreso a la eurozona, España vuelve a ponerse de rodillas frente al poder de los mercados quedándose, ahora, si política fiscal. Este despropósito es tan demencial como lo es continuar dándole la espalda al pueblo, ese pueblo que será convocado a votar el próximo 20 de Noviembre, pero al que se ignora hoy en un momento clave de la historia política española.
